Mi boca se arrastraba
por el desierto de tu cara
buscando parar la sed
en esos labios
que me susurraban recuerdos
de alguien que no llevaba tu nombre.
Cerrar los ojos y verle a él
acertando con mis acordes,
reinando en ese país
que se llama sueño
y escribiendo en mi piel
«Aquí yacen los besos».
Marisa Sánchez